Páginas

lunes, 29 de noviembre de 2010

LA PESCADILLA QUE SE MUERDE LA COLA

El Presidente del “Gobierno de España” Sr. Rodríguez, se ha reunido con 37 de los principales empresarios españoles en el Palacio de la Moncloa para buscar su colaboración en la “Solución de la Crisis” Al finalizar la reunión Rodríguez ha dicho que el Gobierno se ha comprometido a llevar a cabo las reformas —ya anunciadas en el pasado mes de mayo— “con la mayor celeridad posible”, al tiempo que ha pedido a los empresarios que se comprometan a realizar mayores exportaciones e inversiones que colaboren a la solución de nuestra pésima situación económica. La reunión, a parte de inútil, pues la opinión de los empresarios la conoce el Presidente a través de los diferentes informes que ha venido remitiendo la CEOE al Gobierno durante los dos últimos años, y dar la impresión de ser un pueril respuesta de Rodríguez a la carta dirigida por más de cien empresarios al Rey, me recuerda un pasaje de los evangelios en la que Jesús pregunta a un poseído cual era el nombre del espíritu inmundo poseedor y este contestó “Mi nombre es legión, pues somos muchos”. Y efectivamente “Legión” eran los empresarios convocados, pues eran muchos, aunque intrascendente su presencia en Moncloa e inútil el intento de Rodríguez de conseguir algo efectivo frente a la crisis, cuya responsabilidad no debe tratar de compartir con los empresarios, sino allanando los problemas estructurales que presenta nuestra economía, de modo que se facilite a estos, a los empresarios, su reanimación. Porque lo cierto es que nuestra crisis es una crisis financiera que hunde sus raíces, por una parte, en el endeudamiento de las entidades financieras, fundamentalmente por consecuencia de la burbuja inmobiliaria, y de otra en la financiación del gasto desbocado de las administraciones del Estado, las Autonomías y los Ayuntamientos y no una crisis económica convencional, aunque se haya acabado convirtiendo en ella como consecuencia de la reducción del consumo privado ante la falta de liquidez de las empresas, que ha acabado en millares de cierres empresariales y millones de parados, la reducción de las retribuciones de funcionarios y pensionistas y el encarecimiento de los productos de consumo como consecuencia de la subida del IVA. Y así nos encontramos con que la crisis y su posible solución son como una pescadilla que se muerde la cola, un maldito círculo vicioso, un torbellino de incertidumbre, un remolino sin salida. Ante esta situación la pregunta obligada es: ¿Y si se convocan elecciones y gana el PP, se solucionarían las cosas? La respuesta no puede ser más que el escepticismo, pues no creo que la solución dependa de las decisiones más o menos acertadas de nuestro Gobierno, aunque sí que es cierto que la derecha, económicamente, es más disciplinada y mejor administradora que la izquierda y muy posiblemente la desaparición de Zapatero, es decir de Rodríguez, de la Presidencia de nuestro Gobierno, produciría, al menos, una ilusión, tal vez ficticia, de cambio y por tanto de ilusión, y no puede negarse que el índice de confianza de los consumidores, esa fría cifra que refleja el estado de ánimo consumista de los ciudadanos, mejoraría indudablemente, con lo de positivo que ello tendría para la economía.

viernes, 26 de noviembre de 2010

AGITPROP

Os debo, queridos lectores, una continuación de mis reflexiones a cerca del liberalismo, pero he de dejarlo para más adelante, pues los acontecimientos concidionan. Cuenta Florentino portero en un acertado artículo publicado en ABC que el adalid de la lucha contra los principios de la Sociedad occidental, el “progresista, dogmático e intolerante” Rodríguez Zapatero —insisto en que solo se llama por sus dos apellidos a los árbitros de futbol y al impresentable de nuestro Presidente del “Gobierno de España”— ha tragado con la declaración del “Concepto Estratégico” de la OTAN recientemente aprobado en la Cumbre de Lisboa en el que se nos dice literalmente: La Alianza se basa en la defensa de la libertad individual, la democracia, los derechos humanos y el imperio de la ley y en el propósito compartido de salvaguardar la libertad y seguridad de sus miembros. «Estos valores y objetivos son universales y perpetuos»” Como dice Portela en su artículo: Parece que el clima de crisis que nos envuelve está haciendo reaccionar a esta vieja cultura occidental hasta el punto de reivindicar aquello que le caracterizó y que en estas últimas décadas despreció: el convencimiento de que es posible distinguir el bien del mal, lo justo de lo injusto y, por lo tanto, rechazar el principio relativista de que casi todo vale, de que no somos quién para juzgar los comporta mientos de musulmanes, hindúes, chinos... Los derechos humanos no entienden de culturas”. Es decir, que quien se presentó ante el electorado español y ante la comunidad internacional como el campeón del relativismo cultural, del laicismo anticatólico beligerante, del igualitarismo absoluto, del desprecio al concepto de Nación; quien por mantenerse inamovible en el poder pactó con ETA y los nacionalistas/separatistas; quien, en fin, carece de principios éticos, ratifica, en su agonía política, el reconocimiento del carácter universal de los valores y renuncia a su absoluto relativismo ideológico fundamental, por el mero hecho de halagar y satisfacer a sus ¿socios? europeos. Mientras tanto, y como maniobra de despiste, una más, se nos promete a través de Rubalché una “Ley reguladora de la Muerte Digna”, como si hasta la fecha la muerte de todos los fallecidos no hubiese sido tal. En Octubre de 2007 escribí en este blog un post titulado ”EUTANASIA Y EUGENESIA" sin embargo quiero volver a hacer algunas referencias en relación con este tema. He tenido siempre una reiterada tendencia, incluso en ocasiones con el manifiesto desagrado de algunos amigos, hacia el análisis de la “Muerte” como única realidad incontestable e ineludible de la condición humana, que se ha concretado en diversos escritos publicados en relación con “ella”. La psiquiatra americana Pema Chodrom afirma: “Quienes aprenden a conocer la muerte, más que a temerla y luchar contra ella, se convierten en nuestros maestros sobre la vida.” Al final la reflexión a cerca de la necesidad de no temer a la muerte aparece en muchos clásicos, entre ellos quiero destacar a Shakespeare, quien pone en boca de Cesar, ante el aviso de los riesgos a cerca de su próxima muerte, las siguientes palabras: “¡Los cobardes mueren varias veces antes de expirar! ¡El valiente nunca saborea la muerte sino una vez! ¡De todas las maravillas que he oído, la que mayor asombro me causa es que los hombres tengan miedo! ¡Visto que la muerte es un fin necesario, cuando haya de venir, vendrá!” O cuando hace decir a Macbeth: “Había de morir tarde o temprano: alguna vez vendría tal noticia. El mañana se arrastra con paso mezquino, día tras día, hasta la sílaba final del tiempo escrito y la luz de todo nuestro ayer nos guía hacia el polvo de la muerte. ¡Apágate, breve llama!” En cualquier caso y frente a la pretensión legislativa de nuestro Gobierno, no sería admisible considerar que la muerte se dignifica cuando se provoca, que es lo que parece interpretar el Gobierno con su propuesta. Bien está y ya se hace, que se apliquen cuidados paliativos a enfermos terminales huyendo del ensañamiento terapéutico; incluso la propia Iglesia católica, siempre acusada de intransigente y retrograda, aclara en su "Declaración sobre la Eutanasia" de la "Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe" de 5 de mayo de 1980, que: "Los que tienen a su cuidado los enfermos deben prestarles su servicio con toda diligencia y suministrarles los remedios que consideren necesarios o útiles, ¿Pero se deberá recurrir, en todas las circunstancias, a toda clase de remedios posibles?. La respuesta debe encontrarse en la calificación de esos medios como "proporcionados" y "desproporcionados", en atención, en cada caso, al grado de dificultad y de riesgo que comporta, los gastos necesarios y las posibilidades de aplicación con el resultado que se puede esperar de todo ello, teniendo en cuenta las condiciones del enfermo y sus fuerzas físicas y morales. Para facilitar la aplicación de estos principios generales se pueden añadir las siguientes puntualizaciones: Es lícito interrumpir la aplicación de los medios terapéuticos que se estén utilizando, cuando los resultados defrauden las esperanzas puestas en ellos. Pero, al tomar tal decisión, deberá tenerse en cuenta el justo deseo del enfermo y de sus familiares, así como el parecer de médicos competentes; éstos podrán sin duda juzgar mejor que otra persona si el empleo de instrumentos y personal es desproporcionado a los resultados previsibles, y si las técnicas empleadas imponen al paciente sufrimientos y molestias mayores que los beneficios que se pueden obtener de los mismos, además es siempre lícito contentarse con los medios normales que la medicina puede ofrecer. No se puede, por lo tanto, imponer a nadie la obligación de recurrir a un tipo de cura que constituya una carga desproporcionada o sea demasiado costosa. Su rechazo no equivale al suicidio: significa más bien o simple aceptación de la condición humana, o deseo de evitar la puesta en práctica de un dispositivo médico desproporcionado a los resultados que se podrían esperar, o bien una voluntad de no imponer gastos excesivamente pesados a la familia o la colectividad.En conclusión, ante la inminencia de una muerte inevitable, a pesar de los medios empleados, es lícito en conciencia tomar la decisión de renunciar a unos tratamientos que procurarían únicamente una prolongación precaria y penosa de la existencia, sin interrumpir sin embargo las curas normales debidas al enfermo en casos similares.” La cuestión fundamental, en consecuencia, se encuentra en la definición de lo que deba entenderse por “medios terapéuticos desproporcionados” y aquí la comunidad médica española es ejemplar en su comportamiento. ¿A cuento de qué, entonces, pretender abrir una puerta a la “eutanasia”? ¿A cuento de qué Rubalché advierte que no se trata de regular esta figura? —“Excusatio non petita acusatio manifesta”, dice el aforismo romano— Pero las “sorpresas/cortinas de humo” no se han limitado a este asunto. La Ministra más ordinaria del Gobierno, Srta. Pajín ha dicho hoy en rueda de prensa (literalmente, les juro que no hay erratas en la transcripción): “Mañana llevaré al Consejo de Ministros la propuesta de reformar el Código Civil para prohibir expresamente la atribución de la custodia de los hijos y las hijas al cónyugue incurso en un proceso de violencia de género” Es decir, que se pretende que, de forma automática, los “incursos en un proceso de violencia de género” sean privados de la patria potestad sin más, con lo que lo único que están fomentando es el fraude judicial, pues la mera denuncia de malos tratos por parte de uno de los “Cónyuges”, implicaría la pérdida de la patria potestad por el denunciado. Los Jueces, a través de sus Asociaciones y del Consejo general del Poder Judicial ya se han manifestado en contra de ese automatismo, que cercena su libertad de actuación en cada caso concreto en atención a sus circunstancias, y no me cabe duda de que el Tribunal Constitucional no admitiría tal reforma. Pero se trata de contravenir, por conveniencias del “agitprop”, el principio enunciado por el sabio San Ignacio de Loyola de que “En tiempos de tribulación conviene no hacer mudanza”. Es decir, de lo que se trata es de cuadricular nuestros cerebros con la finalidad de ocultar, manipulándola mediante la agitación y la propaganda, la realidad de la incapacidad del propio Gobierno para resolver la situación económica desastrosa que nos tiene a todos agobiados; ocultar los problemas y disipar las preocupaciones de las mentes bien pensantes mediante la introducción de falsos debates en la Sociedad, o magnificando los problemas existentes mucho más allá de su autentica gravedad en la propia Sociedad, de lo que existen diversos ejemplos: Memoria histórica Matrimonio Homosexual Laicismo beligerante Adoctrinamiento educativo Alianza de civilizaciones Eutanasia Violencia de género Igualdad Aborto Denigración del concepto de Nación Negación intencionada de la crisis Búsqueda del final de ETA sin considerar sus costes Corrección política lingüística etc… Acusando, al mismo tiempo a la oposición de cavernícola, retrograda, ultraconservadora, fascista, antidemocrática, etc… por no apoyar sus “iniciativas progresistas” No quiero creerme, por preocupante, el rumor o “leyenda urbana” conforme al cual se estarían empezando a circular SMS’s en el entorno del PSOE advirtiendo que las críticas de la derecha al Gobierno pueden acabar con “tiros en las calles” crispando el ambiente con amenazas guerracivilistas. Sería demasiado grave.